Escucho los consejos
que un día di,
los cuales nunca aprendí,
esos con los que tantas veces
el tobillo torcí.
Cuento los esguinces que sufrí
los moratones que recibí,
y todas esas noches insonnes;
los días que apenas comí,
todos los kilos que perdí,
las alucinaciones que padecí,
todas las uñas que mordí;
esas horas pesaron sobre mi.
Conté las raciones de esperanza
que me quedaban,
administre las pocas sonrisas
que quedaban,
las pocas lágrimas que brotaban;
dibuje amaneceres
hable sobre las amapolas,
me refugie en el negro de la tinta,
en la mecánica de las teclas,
entre hojas llenas de polvo;
en el azul de las paredes.
que un día di,
los cuales nunca aprendí,
esos con los que tantas veces
el tobillo torcí.
Cuento los esguinces que sufrí
los moratones que recibí,
y todas esas noches insonnes;
los días que apenas comí,
todos los kilos que perdí,
las alucinaciones que padecí,
todas las uñas que mordí;
esas horas pesaron sobre mi.
Conté las raciones de esperanza
que me quedaban,
administre las pocas sonrisas
que quedaban,
las pocas lágrimas que brotaban;
dibuje amaneceres
hable sobre las amapolas,
me refugie en el negro de la tinta,
en la mecánica de las teclas,
entre hojas llenas de polvo;
en el azul de las paredes.