miércoles, 5 de mayo de 2010

Nunca se canso la luna
de acariciar sus manos,
nunca el sol
le hecho en cara
sus fracasos;
ni el mar delato
ninguno de sus engaños,
mas el viento nunca menciono
su nombre en vano,
nunca la tierra se quejo
de las pisadas
que le estaba dando.

da me un beso niña;
que para eso estamos,
bebiendo siempre del pecado;
cuando saltamos de los arboles
empezamos a construir catedrales,
estamos para quemar Alejandría
para quimeras y sueños,
para enredos y sueños,
para crear mitos y destruirlos;
estamos para comer faisanes,
para crear arrozales,
para herir a la madre y patear al padre.

Aunque no se lo merece,
el sol nunca
le hecho en cara sus fracasos;
nunca la luna se canso
de acariciar sus manos,
estamos para crear el arco ya la flecha,
y nos encantamos buscando la antimateria,
podemos reconstruir Hiroshima,
y destruirla otra vez si hace falta.
pero también somos capaces
de cantar a la espiga y el cedro,
con la valentia de levantarse
después de estar un rato en el suelo.

El viento nunca,
menciono su nombre en vano;

ni un quejido de sus pisadas

ni el mar desvelo
ninguno de sus engaños.